Los inicios de los controles de alcoholemia
¿Sabíais que no fue hasta la primera mitad del S. XX, ya en la década de los 40, que aparecieron los primeros test y pruebas de alcoholemia? Hasta entonces era difícil probar el nivel de embriaguez de los conductores y resultaba complejo demostrar la relación existente entre los efectos del alcohol y la limitación real de reacción que el alcohol causaba en las personas que conducían. De hecho, no fue hasta 1954 cuando el alcoholímetro fue oficialmente registrado.
Sin embargo, y a pesar de esto, desde finales del S. XIX existían leyes en Europa que sancionaban el consumo de alcohol “al volante”. Así, en 1872, se promulgó en Westminster (Reino Unido) una Ley de Autorización que pretendía limitar el riesgo social que implicaban los conductores alcoholizados, a pesar de que hasta 1894 no llegaría a Inglaterra el primer modelo de vehículo a motor. En aquel entonces se prohibía “conducir ebrio por la calle o en espacios públicos un carro, un caballo, vaca o máquina de vapor”, ley que no tuvo muy buena acogida en su momento, como tampoco lo tuvo posteriormente la limitación del consumo de alcohol al volante de los vehículos a motor. Por aquella época, concretamente en 1874, el médico Francis E. Anstie desarrolló técnicas colorimétricas para determinar la cantidad de alcohol presente en el aliento de las personas, al hacer burbujear el aire espirado en una disolución de ácido crómico, el cual en presencia de etanol cambiaba su coloración de roja a verde.
Décadas después, en 1927, el médico norteamericano Emil Bogen estableció las bases para desarrollar el alcoholímetro moderno, a través de una investigación en la que se hacía a las personas en estado de embriaguez soplar dentro de una cámara de balón de fútbol que contenía químicos que permitían determinar la presencia de alcohol en el aliento de estas personas. Así, descubrió que el contenido de alcohol de 2 litros de aire expirado era un poco mayor que el de 1 centímetro cúbico de orina. En esta misma fecha, el químico William Duncan McNally también inventó un dispositivo que detectaba químicos en el aliento. Este dispositivo hacía que la respiración se moviese a través de sustancias químicas suspendidas en agua, provocando que el agua cambiara de color. Un número de 1927 de la revista Popular Science hacía referencia al invento de McNally, hablando de un dispositivo para «probar el aliento de un bebedor», sugiriendo que las amas de casa usasen el nuevo invento para ver si sus maridos «errantes» habían estado bebiendo. Desafortunadamente, la publicación no especificaba las sustancias químicas concretas de las que se servía el dispositivo.
En paralelo, en 1930 se publican algunos estudios farmacológicos de Göran Liljestrand y Paul Linde, los cuales demostraron la relación entre el aire de espiración y la concentración de alcohol en sangre, creyendo inicialmente que la relación se basaba solo en el intercambio de gases entre el aire y la sangre en los pulmones y reconociendo posteriormente la difusión del alcohol en todo el tracto respiratorio como base del porcentaje del BAC (contenido de alcohol en sangre) y del BrAC (concentración de alcohol en el aliento).
Más conocido es ya el primer alcoholímetro creado en 1931 por Rolla N. Harger en Estados Unidos: el Drunkometer (que en castellano podríamos traducir como “copómetro”, es decir, medidor de copas), el cual trabajaba con un método de análisis de química húmeda. Este invento, cuya patente fue aprobada en 1936, llegó a las comisarías de policía en 1938. En sus controles, la policía llevaba un globito que debía ser inflado por el presunto infractor, hasta que se llegaba a la comisaría y se descargaba su contenido a través de una cánula que hacía pasar el aire expirado a través del “copómetro” o “Drunkometer”, el cual no determinaba con exactitud el contenido en alcohol del aire que se suministraba, sino que devolvía un código de color según la mayor o menor reacción del contenido del globo con una solución química. A partir de un determinado color, se consideraba que el conductor del vehículo se había excedido en el consumo de alcoholemia. Poco después, el “Drunkometer” de Harger, junto con muchos otros dispositivos de la competencia, como el “Alcometer” y el “Intoximeter”, empezaron a circular entre los departamentos de policía de todo el país y se mantuvieron en las comisarías hasta la década de los 50, cuando llegó al mercado el alcoholímetro o “Breathalyzer” de Robert F. Borkenstein.
El Breathalyzer, creado en 1953, basaba su funcionamiento en la relación existente entre la cantidad de alcohol ingerido que se manifiestaba en el aliento y su correlativa proporción en la sangre. Para ello se había de expirar en un pequeño tubo, en el que una ampolla contenía una solución ácida (ácido sulfúrico 50%) de dicromato de potasio (0,25%) con nitrato de plata (0,25%), comparando colorimétricamente el resultado obtenido con una ampolla de referencia sin abrir. Para medir el porcentaje exacto de alcohol en la sangre Borkstein instaló un fotómetro que comparaba la densidad de color de los líquidos de dos pequeños viales: la muestra de aliento se liberaba en uno de los viales, el alcohol reaccionaba con el producto químico y cambiaba de color. El fotómetro medía exactamente la claridad de la muestra alcohólica con respecto a la muestra de referencia, revelando el porcentaje exacto del alcohol en sangre. Este sistema de medición del BrAC (concentración de alcohol en el aliento) fue el primer sistema utilizado con regularidad en los controles de tráfico.
El siguiente avance llegaría en la década de los 70, cuando en 1971 Richard A. Harte, utilizando la tecnología de infrarrojos inventó en “Intoxilyxer”, que se convirtió en la principal prueba de etanol en Estados Unidos desde mediados de los 80. Sin embargo, desde mediados de los 70 los fabricantes de medidores de alcohol ya empezaron a trabajar en soluciones alternativas, dado el elevado coste de la tecnología infrarroja y la poca precisión que daba con niveles bajos de concentración de alcohol en el aliento. Es así como empezaría a trabajarse con células electroquímicas, las cuales darían importantes ventajas.
Así, en 1974 el británico Parry Jones ideó el alcoholímetro tal y como lo conocemos en nuestros días, mejorando el original con una idea revolucionaria que transformaba en corriente eléctrica la fórmula química que cada sujeto provocaba al espirar a través de un tubo conectado a una máquina que calculaba los grados de alcohol en la sangre. La aportación más importante de Parry Jones fueron las células electroquímicas o “fuel cell”.
¿Cómo funcionan los etilómetros en la actualidad?
Los alcoholímetros utilizan, básicamente, dos métodos para detectar alcohol en el aire espirado: uno, que emplea un sensor de infrarrojo, y otro, que se vale de una célula electroquímica.
Etilómetros que funcionan mediante un sensor infrarrojo
Se basan en la propiedad que tienen los gases de absorber determinadas longitudes de onda de las radiaciones electromagnéticas. En el caso de las radiaciones infrarrojas, la longitud de onda a la que el etanol las absorbe más específicamente es de 9’5 micrómetros, por lo que el dispositivo utilizado incluye una serie de filtros que eliminan todas las radiaciones que se encuentren por encima o por debajo de dicha cifra. Las radiaciones que no se eliminan pasan a través de la muestra de aire exhalado a un detector que las transforma en energía eléctrica. A más concentración de etanol en aire, más radiación se absorberá y menor será la energía eléctrica que llegue hasta el último paso. En este último paso, el aparato calcula a cuánto alcohol corresponde el resultado y lo muestra en la pantalla.
Etilómetros que funcionan mediante una célula electroquímica
Este segundo método se basa en la reacción electrolítica que se puede producir en una célula electroquímica (una especie de batería), la cual da lugar a una corriente eléctrica entre 2 electrodos conocidos como ánodo y cátodo. Al pasarse la muestra de aire por el alcoholímetro el etanol se oxida en el ánodo, transformándose en ácido acético. Los electrones liberados pasan al oxígeno atmosférico, ubicado en el cátodo, generando una corriente eléctrica que será proporcional a la concentración de alcohol.
¿Qué tipos de dispositivos se utilizan para determinar el nivel de alcohol del conductor de un vehículo?
Alcoholímetro de muestreo o triaje
Es el que se utiliza en la mayoría de los controles de alcoholemia, para efectuar un triaje de quiénes han dado positivo y deberían someterse luego al control de un etilómetro de precisión. Es el dispositivo usado cuando el agente se acerca a nuestro vehículo para que realicemos el test sin tener que salir del mismo, es un alcoholímetro. Se trata de dispositivos portátiles con pantalla digital, que muestran la tasa de alcoholemia de la persona sometida a la prueba en la pantalla del alcoholímetro solo durante unos instantes, lo cual imposibilita sancionar al conductor en el caso de que la tasa mostrada sea superior a la permitida. Si la persona sometida a la prueba obtiene una tasa de alcoholemia positiva y superior a la permitida, deberá realizar una segunda prueba que ya se realizará con un etilómetro.
Etilómetro de precisión o evidencial
Es el dispositivo que nos va a arrojar el resultado final de manera exacta y precisa, el cual posee la garantía de pasar las revisiones por el Centro Español de Metrología para su comprobación y verificación. Este se acompaña de una pequeña impresora que sirve para proporcionar un ticket. En el ticket aparecen la tasa de alcoholemia, los datos del conductor, hora y fecha, entre otros datos. Dicho ticket se adjunta a la denuncia como prueba evidencial, la cual, si fuera necesario, tendrá valor documental ante un juez. El etilómetro evidencial que estamos más acostumbrados a ver es el DRAGER ALCOTEST 7110, si bien existen ya otros modelos.
Un paso más allá. ¿Qué es el alcoholock y cuándo será obligatorio?
Si hasta ahora hemos hablado de dispositivos que se utilizan para comprobar el nivel de alcoholemia de los conductores que ya están al volante, el alcoholock se utilizaría con una finalidad diferente. Se trata de un sistema que se encuentra conectado al encendido del vehículo, de forma que, si el conductor no realiza un control previo al arranque soplando sobre su alcoholímetro, o si al hacerlo supera la tasa establecida, no será posible arrancar.
La obligatoriedad futura de utilizar dicho dispositivo viene de la Unión Europea. A finales de noviembre de 2019 se aprobó el Reglamento para los requisitos de homologación de vehículos, en el que se establece que, a más tardar el 5 de julio de 2022, los nuevos vehículos que fueran a ser homologados debían cumplir una serie de condiciones, entre ellas servirse de una interfaz para la instalación de alcoholímetros antiarranque.
En relación a España, la Comisión de interior aprobó el pasado lunes 8 de noviembre de 2021 el informe de la ponencia del proyecto de Ley por la que se modifica la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, que incorporaba al texto una enmienda del PSOE, la cual mantiene la obligatoriedad de disponer de alcoholímetros antiarranque en los vehículos destinados al transporte de viajeros desde el 6 de julio de 2022, pero la elimina en el caso del los transportes de mercancías, tal y como se preveía inicialmente.
Ainhoa M. Muguruza
Fuentes de referencia
MUÑOZ DEL POZO, R. y ROSA RUIZ, J. Historia del etilómetro (SIP-AN, 2017)
Alcohol y alcoholímetros, Historia, fundamentos científicos y aplicación didáctica. Anales de la sociedad española de química. Segunda Época Enero-Marzo-2003.
DRAGERWERK AG & CO: Historia de las pruebas de drogas y alcohol.